lunes, 29 de diciembre de 2008

Dejemos la tolerancia para las personas...

En estos tiempos modernos existe un concepto que se ha transformado en una bandera de lo "políticamente correcto", y en un argumento de escape ante discusiones de pensamientos encontrados. Ese concepto es el de tolerancia.

Generalmente en discusiones o debates que tratan temas muy polémicos, dícese por ejemplo el tema del homosexualismo, aquellas personas que se oponen o defienden otro tipo de posiciones se les tiende a catalogar como de intolerantes.

Lo que habría que preguntarse es qué significa verdaderamente ser tolerante. En primer lugar la tolerancia aplica a las personas y no a las ideas. Las ideas por sí solas no tienen ningún valor si no existe una persona o un grupo de ellas que abrazen estas ideas. La tolerancia es para las personas que asumen posiciones contrarias a las mías.

Lo irónico de usar el concepto de tolerancia para atacar a una persona que piensa distinto a otra, es que una de las premisas para que exista tolerancia es que haya choque en la manera de pensar. Si yo estoy de acuerdo con la manera de pensar de alguien, no estoy siendo tolerante, simplemente comparto sus ideas o no me parecen tan contrarias a las mías.

El verdadero concepto de tolerancia tiene que ver con respetar a las personas a pesar de que yo opine que ciertas creencias de ellas están incorrectas. Yo puedo respetar a una persona que asevere que ser infiel a su pareja es algo que no se puede evitar y que hay que disfrutar (como alguna vez verdaderamente lo escuché de alguien) pero obviamente no compartir su manera de pensar y discutir sana e inteligentemente acerca de quién tiene la razón. El hecho de que yo piense que está mal no me cataloga de intolerante. El respeto consiste en otro tipo de tratos como no atacar a la persona ni marginarlo por su manera de pensar.

Así que dejemos la tolerancia para las personas y discutamos libremente las ideas.

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