miércoles, 6 de enero de 2010

Dominós...



Desde hace unos años atrás me gusta mucho meditar acerca de la visión de mundo que defiendo. Pienso también en las críticas de oposición y sus visiones de mundo que compiten por dominar el mundo o mercado de las ideas. Hace unos días vi un documental donde uno de los entrevistados, siendo un profesor universitario ateo, afirmaba que si uno abraza la teoría de la evolución - entendida como la nueva síntesis neodarwiniana que explica el origen de toda forma de vida por medio de mecanismos de selección natural y mutaciones aleatorias - uno debe concluir que
el ser humano no tiene libre albedrío o voluntad propia.

El profesor no argumentaba haciendo un enlace directo de las ideas de la evolución con una muerte a la libertad del hombre, de hecho ni siquiera explicó cómo se llega a esa conclusión. En parte por eso surgió mi inquietud de indagar un poco más al respecto. Lo que usualmente va ligado en el pensamiento de las personas que se toman la ciencia más seriamente como medio para explicar toda realidad de sus vidas, es la adopción de la posición filosófica llamada "Naturalismo". El naturalismo en resumem establece que toda verdad objetiva del mundo real en que vivimos debe ser explicada en términos de procesos naturales (leyes físicas, reacciones químicas, inpulsos eléctricos, choque de átomos, etc..). Ni lo sobrenatural, ni lo metafísico tienen cabida en esta concepción de ver la realidad.

Dentro de la sombrilla del naturalismo se apaña una doctrina filosófica llamada "Fisicalismo" que establece que la mente y el cerebro son lo mismo, es decir, que nuestra mente y pensamientos son producto única y exclusivamente de reacciones internas, disparos sinápticos de nuestros cerebros. Esta idea se opone por completo a la existencia del alma aunque no se entienda por completo qué es la conciencia del ser humano en términos físicos y cómo la evolución puede producir esta propiedad en un ser vivo. En un artículo que había leído antes y en el cual baso la explicación que voy a dar, concluía que si somos seres entaramente físicos, no alma, pues nunca podríamos saberlo con absoluta certeza.

La ciencia como tal es una disciplina que trabaja bien por una cualidad que se busca comprobar en todo estudio científico: repetibilidad experimental. Si las condiciones son las mismas, el resultado siempre va ser el mismo. Si los experimentos se repiten bajo las mismas condiciones y se obtienen una y otra vez resultados positivos que afirman el postulado o la teoría en cuestión, se puede llegar a decir que se ha encontrado un principio científico o ley natural que parece trabajar de manera uniforme y confiable. ¿Pero por qué es que la ciencia puede encontrar uniformidad en el mundo físico? Las cosas físicas no toman decisiones, ellas solo reaccionan producto de algo que sucedió antes. En otras palabras, ley de causa y efecto. Uno en teoría con el conocimiento suficiente podría explicar cualquier fenómeno de este universo como producto de uno o varios fenómenos anteriores. ¿Por qué llovió hoy? porque hubo condensación en el ambiente. ¿Por qué hubo condensación? porque el sol calentó la humedad del ambiente. Uno podría retroceder indefinidamente preguntando la causa de algo porque siempre va haber una causa física antes de ella.

Este comportamiento del mundo físico se puede ver como figuras de dominós cayendo una a la par de la otra. Cuando queremos saber algo nos preguntamos cuál fue la ficha de dominó anterior que causó la acción en estudio. De esta manera se deriva que todos los sistemas físicos son deterministas. Toda cosa física que pasa es determinada por las acciones físicas que le precedieron. Si las condiciones físicas son las mismas, si alineamos las fichas de dominó de la misma manera, deberíamos esperar el mismo resultado.

Ahora imaginémonos la siguiente ilustración que ayuda entender el problema de reducir la mente a solo condiciones físicas. Dibujemos en nuestra mente una línea de dominós que están cayendo suficientemente grandes y pesadas para tumbar a una persona, y al final de la línea se halla una persona que está al borde de un precipicio. ¿Qué va suceder cuándo la última ficha de dominó caiga si la persona que se encuentra mirando no sospecha ni percibe los dominós que están detrás de él? Pues evidentemente la persona caerá indiscutiblemente. Dado ese escenario, que tal si preguntamos si la persona saltó al precipicio. Uno respondería que no, ya vimos que había una ficha enorme y grande que empujó a la persona. Y que tal si la persona realmente pensara que ella saltó por voluntad propia. ¿Lo habrá hecho como ella piensa? Ya sabemos que no es cierto. Nuestro pobre tipo pensó que había saltado pero en realidad fue una pieza gigante de dominó que lo empujó.

Eso nos lleva a la pregunta de por qué pensaría cualquier persona que ella saltó voluntariamente cuando en realidad fue empujada. ¿Qué causaría este estado de ingenuidad? Bueno, obviamente si cualquiera de nosotros viéramos una fila enorme de dominós cayendo detrás de nosotros,
y si por alguna razón no pudieramos reaccionar a tiempo y caemos en el precipicio y obrevivimos, estaríamos convencidos que no fuimos nosotros los que saltamos; fue un agente externo causo nuestro lamentable estado.

A veces resulta que las piezas de dominó no son visibles, y además pueden no ser externas, sino piezas internas que nos impulsan a actuar de cierta forma. Así como ciertas condiciones físicas externas nos pueden impulsar a saltar "sin querer queriendo", otras condiciones internas como los genes, y las predisposiciones que conllevan, nos empujan a actuar de determinada manera. Realmente pensamos que actuamos por voluntad propia, pero en realidad todas las combinaciones de fuerzas internas y externas nos llevaron inevitablemente a saltar. Todo en el universo son fichas de dominó y nosotros somos una más en la cadena. Somos empujados y empujamos a otros.

Si cambiamos un poco la ilustración, y en lugar de imaginar a la persona pensando que ella eligió saltar del precipicio, la dibujamos creyendo que el concepto de fisicalismo es verdadero. ¿Estará esa persona creyendo algo que es una verdad u otra vez son las piezas de dominó actuando en ella para creer que la proposición es correcta? Si seguimos la línea naturalista debemos responder con honestidad que son los benditos dominós actuando otra vez en nosotros. En este paradigma no elegimos creer que algo es verdadero, simplemente las circustancias nos determinan a pensar de cierta forma. No elegimos libremente creer en absolutamente nada, sin libre elección no hay razonamiento pues este depende de elegir creer en algo por la firmeza de las ideas. Sin razonamiento no hay conocimiento real de las cosas y por tanto no podríamos nunca saber a ciencia cierta si la concepciónficalista de la mente es real.

Afortunadamente no dirigimos 100% de nuestras vidas de esta manera. Todos creemos que tenemos libre alberdrío y cada persona debe ser responsable de las elecciones que hace. De otra forma no podríamos culpar a los delincuentes por sus acciones, tendríamos que culpar a los dominós que lo empujaron al "pobrecito". Independientemente de si los argumentos usados con la ilustración son convincentes o no, de igual forma la mayoría de todos nosotros no pensamos ni dirijimos nuestras vidas como si todo lo que pasara estuviera determinado por las circustancias. Todos valoramos el hecho de pensar que somos libres de elegir, libres de decidir si hacer lo bueno o lo malo, libres de decidir si algo es tonto o inteligente.

Artículos de referencia:

+ Peter Williams, "Why Naturalists Should Mind about Physicalism, and Vice Versa"
+ Gregory Koukl, "Dominoes, Determinism, and Naturalism"

  ©Gabriel's Mind. Template by Dicas Blogger.

TOPO